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Aquí os dejo un artículo interesante relacionado con la Intervención con Familias y Menores en Riesgo Social.
Familias Multiproblemáticas y en Riesgo Social: Características e Intervención
Esteban Gómez
Pontificia Universidad Católica de Chile
Sociedad Protectora de la Infancia
Pontificia Universidad Católica de Chile
Sociedad Protectora de la Infancia
María Magdalena Muñoz & Ana María Haz
Pontificia Universidad Católica de Chile
Pontificia Universidad Católica de Chile
Ligado
a las transformaciones socioculturales, políticas y
económicas acaecidas en el último siglo, se ha debilitado el
pacto tradicional que vinculaba gobierno, sociedad y familia
en un proyecto común (Haz & Matus, 2006). Esto ha
generado en muchas comunidades un ambiente de incertidumbre,
desconcierto y pérdida de los referentes tradicionales sobre «cómo
se debe vivir la vida» (Bauman, 2001), lo que aunado a dinámicas
de exclusión social cada vez más arraigadas, ha impactado a
numerosas familias vulnerables, destacando por su extrema
complejidad la Familia Multiproblemática (Linares, 1997).
Estas
familias no cuentan con herramientas suficientes para afrontar
las demandas de éxito ligadas a una cultura hedonista y de
consumo (Ditzel & Maldonado, 2004), que exige asumir la
responsabilidad por las propias historias de vida (Ehrenberg,
1999), y que mide la valía personal según criterios
difícilmente alcanzables. Así, al encontrarse mayoritariamente
en contextos caracterizados por factores de riesgo psicosocial y
deprivación sociocultural crónica, se refuerza el ciclo de
marginación, disfuncionalidad, crisis y desesperanza que es
común observar en ellas.
Durante
las décadas pasadas se han implementado numerosas iniciativas
para ayudar a estas familias, implicando inicialmente a
voluntarios y organizaciones no profesionales, y más
recientemente, a la comunidad profesional y académica. En su
mayoría, estos esfuerzos no han tenido un impacto duradero, pero
han arrojado valiosa información desde la cual es imperativo seguir
construyendo conocimiento y propuestas de intervención.
El
presente artículo busca aportar en esta línea, y se ha
estructurado desde una amplia revisión bibliográfica en
diversas bases de datos (ProQuest, PsycINFO, OCLC-FirstSearch y
SciELO, entre otras), seleccionando las referencias según
aportaran información sobre las características de la familia
multiproblemática y/o la intervención con éstas.
Características
Dentro
de los aspectos más difíciles del trabajo con familias
multiproblemáticas (en adelante, FMP), está el comprender su
funcionamiento y anticipar los escenarios posibles de
intervención. Estas familias sorprenden a los equipos con
modulaciones sistémicas que no encajan en los modelos y metodologías
tradicionales. Por ello, es indispensable desarrollar marcos
orientadores específicos, que permitan al profesional
distinguir rasgos comunes en la variedad, proyectando su
abordaje técnico en conocimiento del impacto de cada una de
estas variables.
Como
esquema organizador de la literatura respecto a las FMP, los
autores del presente artículo proponen cuatro ejes
descriptivos, que si bien se manifiestan entrelazados en la
práctica, son útiles de distinguir conceptualmente: (1)
Polisintomatología y crisis recurrentes; (2) Desorganización;
(3) Abandono de las Funciones Parentales; y (4) Aislamiento.
Polisintomatología y Crisis Recurrentes
Estas
familias no presentan un síntoma particular, sino que una
cadena de problemas y factores de estrés (Matos & Sousa,
2004), entre los que pueden mencionarse negligencia,
alcoholismo, violencia intrafamiliar, abuso de sustancias y
depresión. Sharlin y Shamai (1995) señalan que este patrón es
de tal importancia, que las FMP debiesen reconceptualizarse
como "familias en extremo distrés " o familias multi-estresadas.
En esta línea, Walsh (2004) ha definido tres características centrales en las FMP, todas asociadas al eje de polisintomatología: (a)
presencia de problemas múltiples, de gran complejidad y
gravedad; (b) más de un portador de sintomatología; y (c)
episodios recurrentes de crisis individuales y familiares.
Según Casas (1998 citado en Navarro, 2002), estas crisis recurrentes, que marcan la dinámica de las FMP, pueden aparecer como reacción a:
(a) Dificultades de carácter material o físico, como cesantía, enfermedades crónicas, etc.;
(b) Relaciones conflictuadas con el entorno circundante, expresadas como marginación social o demandas de adaptación a contextos violentos o estresantes, y;
(c) Relaciones conflictuadas al interior del sistema familiar, y que adoptan la forma de violencia intrafamiliar, abuso sexual, negligencia, etc.
Cuando
estas condiciones no reciben un apoyo e intervención
adecuados, se cronifica y refuerza de forma poderosa la
polisintomatología característica de estas familias, en un
ciclo deteriorante de condiciones adversas- falta de apoyo y de recursos- crisis- y síntomas múltiples. Ahora
bien, no basta solamente con dar apoyo, sino que éste debe
calzar con la necesidad particular que ha desencadenado la
crisis para ser efectivo (Juby & Rycraft, 2004).
Desorganización
El segundo eje pone el énfasis en la desorganización que
define la dinámica de estas familias, particularmente en torno
a dos aspectos: (a) una estructura caótica; y (b) una
comunicación disfuncional. Conceptos que apuntan en esta línea
son los de familia "suborganizada" de Aponte (1976, 1981 citado
en Cancrini, De Gregorio & Nocerino, 1997) o familia
"desorganizada" de Minuchin et al. (1967a; 1967b citado en
Cancrini et al., 1997).
Vega(1997)
ha mencionado como características de la estructura de estas
familias el ser mayoritariamente monoparentales y presentar una
notoria dispersión de sus miembros. Asimismo, dicha estructura
se caracteriza por numerosas rupturas y reconstituciones que
configuran genogramas complejos y aveces confusos (Linares,
1997; Matos & Sousa, 2004; Sousa & Eusébio, 2005).
En
estas familias existen conflictos en el desarrollo de los
roles y la delimitación de los subsistemas (Cancrini et al.,
1997). Presentan una elevada porosidad de sus fronteras, con
límites generalmente difusos y problemas de diferenciación, lo
que facilita la transmisión transgeneracional de los patrones
de desorganización y multi-problematicidad, como lo muestra el
estudio de Hurst, Sawatsky y Pare (1996).
Se
ha detectado la presencia de una jerarquía caótica y una
reducción de las reglas y normas al mínimo (Sousa &
Eusébio, 2005), sin rutinas claras ni criterios consensuados
sobre qué está permitido y qué no en la familia. El poder no se
concentra "en un miembro determinado de la familia y como
consecuencia de ello la interacción familiar tendrá carácter
caótico, estableciéndose el control a través de medios indirectos
y encubiertos" (Navarro, 2002, p. 26); o a través de la descarga
en el acto agresivo (Sousa & Eusébio, 2005). Además, los hijos
pueden implementar una "prueba de límites" en escalada, que
busca definir de alguna forma un bosquejo de estructura familiar,
al costo de invertir muchas veces los roles familiares.
El segundo aspecto de la desorganización familiar dice relación con la comunicación, que
resulta caótica y empobrecida en su intercambio de información
(Malagoli Togliatti, 1985 citado en Cancrini et al., 1997). Se
observan patrones incongruentes de comunicación verbal y no verbal, lo
que se manifiesta como ambivalencia relacional,
habitualmente anclada en una historia de desórdenes vinculares
transgeneracionales (Hurst et al., 1996; Sousa & Eusébio,
2005).
La
ambivalencia e incongruencia encuadran una dificultad para
"leer" adecuadamente los matices e implicancias de un mensaje y
para desarrollar empatia en la comunicación. En situaciones de
resolución de conflictos, tienden a interpretarse las
"señales" comunicativas como muestras de rechazo o abandono.
Como el lenguaje ha perdido su capacidad mediadora se instalan
los golpes y gritos, o la autoagresión y autodestrucción, el acting out como solución de "punto final" y de descarga de la tensión acumulada.
Abandono de las Funciones Parentales
La
investigación en FMP ha revelado que éstas tienden a abandonar
sus funciones parentales (Cancrini et al., 1997; Navarro,
2002), mostrando en muchos casos un grado elevado de
incompetencia parental y negligencia (Barudy, 1998), que
llevado al extremo (por ejemplo, ligado a dinámicas de maltrato
infantil grave) puede acarrear la inhabilitación legal de los
padres y la salida del niño de su familia.
Se han distinguido tres funciones parentales básicas
(Barudy & Dantagnan, 2005): la nutriente, la socializadora
y la educativa. El debilitamiento de las finalidades
socializadoras y educativas en la FMP altera en los niños y
niñas su capacidad de inserción y adaptación social, al no
facilitar la internalización de "normas y valores culturales,
lo cual inhibe el desarrollo de la consideración y el respeto a la
sociedad por parte del niño y sitúa a éste en posición de
conflicto con su entorno" (Linares, 1997, p. 32).
El
debilitamiento de la función nutriente en la FMP,
principalmente de tipo emocional, obstaculiza el desarrollo de
un apego seguro (Cyrulnik, 2002) y lleva a un riesgo
significativamente aumentado de padecer diversos trastornos
biopsicosociales (Glaser, 2002). Numerosos estudios han
mostrado en niños físicamente maltratados la predominancia de
apego evitativo, mientras que niños que han sufrido negligencia física
muestran predominancia de un apego ansioso/ambivalente (Finzi,
Ram, Har-Even, Shnit & Weizman, 2001); finalmente, los niños
y niñas que han recibido una combinación de diversas formas de
maltrato, abuso y negligencia muestran predominantemente un
estilo de apego desorganizado o ansioso/evitativo (Hughes,
2004). Asimismo, la investigación en niños que han sufrido
negligencia y/o maltrato emocional, ha mostrado la presencia de
diversas dificultades posteriores en la infancia, adolescencia
y vida adulta, observándose trastornos emocionales (como baja
autoestima, ansiedad o estrés), desórdenes conductuales (como
irresponsabilidad, oposicionismo y comportamientos
antisociales), bajo desempeño y ausentismo escolar, agresividad
y/o aislamiento social, en la mayoría de estos niños (Glaser,
2002).
Este
abandono de las funciones parentales aparece vinculado en
muchos casos a dinámicas de entrega y/o abandono de los hijos
(Vega, 1997), por cuanto el subsistema parental delega
sistemáticamente el cuidado de sus hijos en terceros (vecinos,
familiares, profesionales).
La
intervención sobre las condiciones de vulneración que demandan
la salida del niño de su hogar, se dificulta muchísimo cuando
se traspasa la línea del abandono de las funciones parentales,
con bajas tasas de éxito (25%-70%) en la mayoría de los
diversos programas que intervienen después de este punto (de
Paúl, Múgica & Alday, 1997). Es por ello que comprender
esta variable en la intervención, resulta crucial si los profesionales
hemos de ayudar a estas familias a permanecer unidas sin
vulnerar el desarrollo sano de sus niños y niñas.
Aislamiento
Por último, el cuarto eje tiene que ver con el aislamiento. Para
aludir a esta característica, se les ha denominado "familias
aisladas" (Powell & Monahan, 1969 citado en Cancrini et
al., 1997), o "familias excluidas" (Thierny, 1976 citado en
Cancrini et al., 1997), destacando su distanciamiento, físico y
emocional, de la familia extensa y la red de apoyo social e
institucional, encontrándose así carentes de soporte frente a
las crisis que atraviesan. Cabe destacar que la variable
"aislamiento social" o "falta de apoyo social" ha sido
identificada en numerosas investigaciones como un factor
gravitante en la etiología del maltrato infantil (Gracia &
Musita, 1993; Moncher, 1995). Asimismo, la red de apoyo ha sido asociada
a numerosos factores protectores de crucial importancia
(Sluzki, 1996); de ahí que su precariedad y escasa
disponibilidad en las FMP influya en la gravedad y
multiplicidad de los síntomas.
Incluso
cuando la familia tiene una red social disponible, existe una
tendencia a la inestabilidad y fragilidad en estos vínculos, al
desarrollarse sobre untrasfondo de carencias en las
habilidades sociales necesarias para mantener sus relaciones
interpersonales en el tiempo (Juby & Rycraft, 2004; Sousa,
2005). Asimismo, se ha visto que el apoyo de la familia extensa,
cuando está presente, se caracteriza por anular sus efectos
potencialmente positivos por acompañarse de críticas y
descalificaciones frecuentes (Moncher, 1995).
Estas
redes suelen ser precarias y constituidas por parientes y
conocidos que no proveen el tipo de ayuda que requieren los
padres en su parentalidad (Moncher, 1995). En contraposición a
una dinámica resiliente, los miembros de esta red generalmente
comparten y refuerzan las normas y conductas de parentalidad
negligente (Juby & Rycraft, 2004; Sousa, 2005). Esto
explicaría en parte hallazgos recientes que controvierten el
análisis de que la negligencia parental ocurre principalmente en
condiciones de aislamiento social; la negligencia puede ocurrir
tanto en condiciones de aislamiento, como en presencia de
redes informales que contemplan indiferentemente o hasta
estimulan en esa dirección (Roditti, 2005).
Familias Multiproblemáticas y Pobreza
De
acuerdo a un estudio de Aldaz-Carroll y Moran (2001), sobre la
transmisión transgenera-cional de la pobreza en 16 países de
Latinoamérica, los "factores familiares" (como baja
escolaridad, estructura familiar disfuncional o presencia de
violencia doméstica) son centrales en la comprensión y abordaje
de la pobreza. Así, fortalecer la familia es una condición sine qua non de superación de la pobreza.
Las
FMP no son exclusivas de un entorno de pobreza y deprivación,
ya que pueden encontrarse en cualquier contexto social,
cultural y económico (Matos & Sousa, 2004; Sousa &
Eusébio, 2005). Sin embargo, si a la calidad de
"multiproblemática" se le suma el de "pobreza dura" (Rozas,
1999), los efectos perjudiciales para sus miembros se tornan
estructurales y de difícil modificación.
La
familia en pobreza dura se encuentra atrapada en una especie
de laberinto social, donde a cada movimiento pareciera hundirse
más y más. Los distintos actores que van conformando la
familia, padre, madre, hijos, abuelos, amigos, presentan
inhabilidades sociales que en distintos momentos les impiden
salvar obstáculos fundamentales para su integración social (...)
impactando a los niños. Estos últimos, sin herramientas intelectuales,
culturales, sociales, ven fragmentado su proyecto vital,
reconstituyendo el ciclo de la pobreza. (Rozas, 1999, p. 86) La
pobreza emerge como una variable de particular influencia en
la cronificación de conductas parentales negligentes (si bien no debe igualarse pobreza a negligencia, ni
a las otras características señaladas previamente). Los efectos
indirectos de la pobreza que potencian el desarrollo de dinámicas
negligentes y/o maltratadoras, incluyen historias de
traumatismo y deprivación, condiciones de adversidad crónicas,
mayor cantidad de variables de estrés parental, aislamiento
social, monoparentalidad, embarazos adolescentes, y vivir en
comunidades que son peligrosas, violentas y que carecen del
capital social necesario para apoyar la crianza de los hijos (Woodward
& Fergusson, 2002).
Producto
de esta dinámica, que entrelaza un funcionamiento inadecuado,
carencia de recursos y condiciones de vida adversas, las FMP en
riesgo social terminan por involucrarse casi ineludiblemente
con agentes de control externos. Con esto, terminarían por
disminuirse aun más sus competencias y habilidades de
enfrentamiento (Matos & Sousa, 2004; Minuchin, Colapinto &
Minuchin, 2000), delegando sus cuidados parentales en diversos
servicios de la comunidad (Vega, 1997).
Intervención
Familias Multiproblemáticas y Servicios Sociales
La
mayor parte de los programas sociales trabaja con familias
multiproblemáticas en situación de pobreza y riesgo social
(Juby & Rycraft, 2004; Walsh, 2004). A pesar de los
esfuerzos realizados durante décadas, y de algunas experiencias
aisladas de intervención exitosa, la mayoría de estas
iniciativas no ha decantado hacia resultados positivos duraderos
con estas familias.
Las
razones de esta dificultad son diversas; Walsh critica que
estos servicios tienden a "basarse en las deficiencias,
concentrarse en el individuo y ser fragmentarios, reactivos a
las crisis, inaccesibles y definidos por los profesionales para
los clientes" (Walsh, 2004, p. 329).
Colapinto (1995), por otro lado, ha puesto de relieve la disolución de los procesos familiares, entendida
como la transferencia de las funciones parentales y familiares
hacia los servicios sociales, y que ocurre producto de la
multi-asistencia sostenida en el tiempo y la invasión progresiva
en todas las áreas de la vida familiar por parte de los profesionales.
Estas intervenciones "son a veces necesarias, pero siempre
desarticulan las estructuras familiares. Se llevan a cabo sin
tomar en cuenta los vínculos emocionales positivos, y anulan
recursos potenciales" (Minuchin et al., 2000, p. 36).
Además,
se ha mostrado que mientras estas familias presentan una
amplia gama de problemas complejos y graves, las agencias
sociales se encuentran organizadas casi invariablemente por
áreas de intervención (Matos & Sousa, 2004; Sousa, 2005).
En consecuencia, la compleja matriz de conflictos familiares
involucra y afecta diferentes sistemas simultáneamente: al
sistema escolar en situaciones de ausentismo, desórdenes conductuales
y problemas de integración escolar; al sistema de salud en casos
de adicción a drogas y alcohol, psicosis, depresiones, etc.; al
sistema judicial en situaciones de violencia intrafamiliar,
abandono, vulneración de derechos, y así sucesivamente.
De
esta forma, en corto tiempo acumulan interacciones con gran
cantidad de profesionales e instituciones, reforzando su
dependencia y desarticulando la eficiencia de las
intervenciones (Matos & Sousa, 2004; Minuchin et al.,
2000). Además, es frecuente que estas familias tornen difícil
la colaboración coordinada de los profesionales de un mismo equipo y aun
más infructuoso el trabajo sincrónico de equipos de diferentes
servicios (Vega, 1997).
Finalmente,
se ha remarcado que la petición de ayuda rara vez proviene de
la propia familia, siendo usualmente otro sistema de la red
(policía, escuela, vecinos) quien da la alerta y/o deriva a
diversas organizaciones de ayuda (Matos & Sousa, 2004), lo
que implica que la motivation al cambio rara vez se encuentra
garantizada al inicio de la intervención profesional.
Trasfondo Epistemológico de la Intervención
Siguiendo
la propuesta de Vega (1997) respecto al trasfondo
epistemológico óptimo para enmarcar la intervención con FMP,
proponemos una síntesis en torno a tres enfoques
interrelacionados: (1) una perspectiva constructivista de la
realidad humana; (2) una visión ecosistémica de los procesos
familiares; y (3) una comprensión del cambio como proceso
discontinuo.
En primer lugar, la intervención con FMP se ve fortalecida cuando se desarrolla desde una mirada constructivista de la realidad humana, que
no es igual a decir "todo vale", pero que sí se distingue de
un enfoque objetivista, al aceptar como válidas las
construcciones sociales propias de la comunidad en que se
desenvuelven las familias. Dichos constructos son el marco en
el cual las pautas de la familia cobran un sentido específico;
si el profesional es capaz de desarrollar una actitud de interés y
respeto por este marco, gana en apertura y empatia,
facilitándose el manejo de las disonancias ineludibles al
trasfondo sociocultural del profesional. La noción de la
realidad humana como construcción social tiene como consecuencia
que el profesional debe "flexibilizar sus propias nociones de familia
y hogar para poder intervenir" (Vega, 1997, p. 169).
Sin
embargo, esto no implica eliminar las consideraciones sobre el
respeto por una ética de mínimos, "sobre cuestiones de
justicia, exigibles moralmente a todos los ciudadanos (...) por
debajo de las cuales no puede caer una sociedad sin caer a la
vez "bajo mínimos" de moralidad" (Cortina, 1998, p. 117).
En segundo lugar, una visión global multidimensional o ecosistémica, sustentada
en los conceptos de causalidad circular, complejidad y
emergencia de fenómenos con cualidad de novedosos permite, al
trabajar con sistemas humanos, buscar conexiones y relaciones
más allá de las comprensiones reduccionistas de un problema.
Esta visión ecosistémica incluye vislumbrar la necesaria
interdependencia entre los diversos actores implicados en el proceso de
ayuda y el lugar que ocupa el profesional o equipo, para
desbloquear cadenas inoperantes de intervenciones incongruentes
entre sí y de carácter crónico (Vega, 1997).
En tercer lugar, una concepción del cambio como un proceso discontinuo (contrapuesto
a una noción de cambio lineal, gradual, progresivo y
acumulativo) es fundamental, ya que, al trabajar con familias
multiproblemáticas,
...
el profesional necesita tener una guía clara de las
posibilidades de cambio en estas familias. Sin ello, no es
posible desencadenar, conducir y usar el cambio. Pero, sobre
todo, necesita aprender a reconocer y valorizar los procesos de
cambio mínimo o de mejoría ligera, dado que, por las características
de estas familias, éstos pueden llegar a ser imperceptibles.
(Vega, 1997, p. 169)
Contextos Profesionales de Cambio
Existen diversos contextos profesionales de cambio en la intervención con FMP. En la Tabla 1
se han adaptado los contenidos propuestos por Lamas (1997)
desde la revisión bibliográfica y reflexión realizada por los autores
de este artículo.
Los
diversos contextos de intervención (de evaluación,
asistencial, de consulta, informativo, terapéutico y de
control) que aquí se muestran, iluminan el hallazgo empírico de
que los profesionales no siempre se relacionan con la FMP en
un mismo ámbito de interacciones o momento del proceso.
A
cada contexto se le asocia un campo de significados posibles,
que encuadran los intercambios profesionales (y no
profesionales) entre los diversos involucrados en el proceso de
intervención. Asimismo, cada contexto tiene objetivos,
modalidades, metodologías y técnicas que le son propias.
Esto
no es idéntico a decir que sólo se actúa en un nivel, o que un
servicio debe acotarse a un único contexto de intervención. Es
evidente que en la práctica coexisten en paralelo o incluso
entrelazadamente diversos campos de práctica profesional (por
ejemplo, asistencial y terapéutico son dos contextos
relativamente frecuentes).
Más
bien se trata de que el profesional cuente con un esquema
conceptual clarificador de las características, posibilidades y
limitaciones de cada contexto, y así pueda esforzarse por
evitar confundir los problemas que enfrenta, los recursos que
necesita, y las competencias que requiere para poder intervenir
adecuadamente en cada caso.
Instrumentos de trabajo .
Vega
(1997) ha identificado como instrumentos de trabajo con FMP:
(1) el profesional como persona; (2) el equipo profesional; (3)
las otras redes de intervención; y (4) la formación y la
supervisión. Para maximizar el aporte de cada uno de estos
instrumentos, debe realizarse un trabajo cíclico de reflexión,
entrenamiento y evaluación del estado actual y deseado, según
el contexto particular de la intervención. El autoconocimiento y
una supervisión constante que explore las vivencias
emocionales del operador, permiten prevenir el desgaste profesional
asociado al trabajo con FMP. Al respecto, cabe señalar que Este
trabajo supone un impacto emocional intenso, con el
consiguiente riesgo para el profesional, dado que se debe
enfrentar a las descripciones particulares de la vida que
tienen estas familias: sus historias de supervivencia, sus desastres
reiterativos, sus urgencias, sus miserias, sus estilos
alternativos de vida familiar y sus soluciones, que suelen
ofender las creencias, valores y costumbres del profesional. La
necesidad del autoconocimiento personal de éste supone aceptar
la existencia de una involucración emocional, con sus
consiguientes riesgos en todo proceso de ayuda. (Vega, 1997, p.
171)
Estrategias de Intervención
Para
abordar la complejidad de la FMP, existen estrategias
inespecíficas transversales, como el uso de la empatia
(Cunningham & Henggeler, 1999) y una actitud de genuino
interés y apoyo «que venga del corazón», y no sólo como
resultado de una obligación laboral, manteniendo la esperanza
en que el cambio es posible, a pesar de las crisis y dificultades
que surjan en el proceso. Esta actitud ha sido mencionada como una
variable crucial en el éxito con FMP, según la percepción de
los propios usuarios de servicios sociales (Knel-Paz &
Ribner, 2000). Además, existen estrategias específicas, como
las que se detallan en la Tabla 2.
Uno de los desafíos centrales del trabajo con FMP es lograr su adherencia e involucramiento en los espacios propuestos. Las FMP no suelen llevar una agenda o recordar citaciones con profesionales; simplemente, hay otras necesidades que llaman con mayor urgencia su atención y energías. Para Cunningham y Henggeler (1999), la intervención no puede progresar sin involucramiento, siendo indicadores de su presencia: (1) altas tasas de asistencia; (2) cumplimiento de "tareas para la casa"; (3) activación emocional durante las sesiones; y (4) progreso hacia las metas acordadas. Como indicadores de problemas de involucramiento se mencionan: (1) constantes dificultades y obstáculos para fijar citaciones; (2) inasistencias frecuentes; (3) no seguir los planes de intervención; y (4) mentiras sobre datos importantes (Cunningham & Henggeler, 1999).
Para enfrentar este problema, McNeil y Hershell (1998) proponen intensificar la estructura de
las citaciones, definiendo mecanismos para recordar fechas y
horarios y para trasladarse hasta el centro, llamando por teléfono
el día anterior o entregando invitaciones personalmente o a través
del correo. Al intervenir con FMP se sugiere definir un contrato escrito de asistencia y participación en
el programa, estipulando las características del tratamiento,
duración, objetivos, qué resultados puede esperar el (los)
cliente(s) y fechas relevantes (McNeil & Herschell, 1998).
Esto ayuda a mejorar la comprensión del cliente sobre el
proceso, clarificando expectativas mutuas y minimizando conflictos
de planificación e implementación.
Otra estrategia sugerida, es aprovechar la elevada motivación al cambio que
tienen estas familias en los momentos de crisis, debido al sentido
de urgencia con que los vivencian. Sin embargo, su desorganización
característica puede hacer cambiar las prioridades rápidamente,
por lo que los equipos deben estar preparados para usar el
impulso como palanca a favor del proceso de cambio, en la
dirección definida como "foco" de la intervención.
Como
no es posible abordar todos los problemas de una FMP al mismo
tiempo, McNeil y Herschell (1998) proponen escoger una o dos
áreas con el mayor grado de especificidad posible e intervenir
mediante la negociación de metas trabajables con la
familia o miembros de la familia que estén en tratamiento. Este
enfoque, que trabaja pequeñas experiencias de éxito desde una
mirada a los recursos y capacidades resilientes, ayuda a transformar
un locus de control externo en uno interno, con el consecuente
empoderamiento de las familias y sus miembros (Juby &
Rycraft, 2004).
Relacionado
con la estrategia de escoger un número pequeño de metas
realistas, está el evitar la trampa asociada a las múltiples
crisis, dinámica que puede llevar al profesional o equipo a
confundirse fácilmente y a perder el hilo conductor de su intervención, diluyéndose
con ello sus efectos potencialmente beneficiosos. McNeil y
Herschell (1998) sugieren acoger empáticamente las quejas o la
información relacionada con la nueva crisis, pero limitar el
tiempo dedicado a escucharlas. En vez de dejarse llevar por
cada nuevo episodio de derrumbe individual o familiar, el profesional
que está interviniendo debe recordarse a sí mismo el foco que ha definido para el abordaje de esta familia y volver oportunamente a él.
Es
relevante reconocer que ningún profesional ni equipo puede
lidiar por sí solo con todos los pedazos de solución que se
necesitan para superar estas dinámicas autoperpetuantes (Haz,
Díaz & Raglianti, 2002). En consecuencia, los otros pedazos
de solución deben necesariamente buscarse en la Red,
suscitando entonces el problema de la sobre-intervención profesional
antes descrito. Para evitar esto, McNeil y Herschell (1998)
proponen priorizar las derivaciones, tal
como se priorizan las metas de la intervención; el trabajo con
estas familias se beneficia de una estrategia secuencial de
derivación, más que simultánea, porque la simultaneidad satura
sus recursos de respuesta y colabora al fracaso de la
intervención.
Por otra parte, es necesario trabajar en estas familias la valorización de la terapia y los espacios de intervención como una prioridad (McNeil
& Herschell, 1998). Frente a necesidades de alimentación,
apuros económicos y otras, es difícil considerar prioritario
asistir y permanecer en terapia o en las intervenciones
propuestas. Es por ello que el profesional debe generar una
experiencia positiva en sus clientes, usando el elogio honesto como
principal herramienta; también se ha denominado a esta
estrategia "dar regalos" terapéuticos, como trasmitir esperanza
y fe en el cambio o normalización de problemas y sentimientos
(Cunningham & Henggeler, 1999). Para los padres y madres,
hijos e hijas de estas familias, estos espacios pueden ser los
únicos momentos en que experimentan la sensación de sentirse
bien acerca de algún aspecto de sí mismos. Por ello, el elogio
honesto puede reparar su autoestima y ser un piso de vinculación
desde el cual fortalecer la adherencia al tratamiento.
Asimismo,
el mostrar periódicamente los avances obtenidos, facilita la
sensación subjetiva de avance, lo que a su vez redunda en una
mayor adherencia al tratamiento (McNeil & Herschell, 1998).
Esto puede realizarse, por ejemplo, mediante "reuniones de
celebración de logros", o a través de la entrega de "diplomas
de reconocimiento" de habilidades parentales o de logros en la
superación de ciertos síntomas (White & Epston, 1990 citado
en Lamas, 1997).
Finalmente,
se sugiere desarrollar las intervenciones (si el contexto lo
permite) en una atmósfera libre de juicios y condenas, en donde
se estimule la expresión libre de las vivencias y emociones.
El respeto y la empatia se han mencionado como actitudes
terapéuticas inespecíficas de alto impacto sobre estas familias
(Cunningham & Henggeler, 1999). Esta pauta, en una
dinámica plagada de problemas, introduce un elemento novedoso y
constructivo, aliviando la vivencia de estrés y facilitando una actitud
de apertura al cambio. En la práctica esto se puede realizar
expresando a los padres que ellos están haciendo lo mejor que
pueden en una situación realmente difícil (pues lo es por
definición); lo que viven sería un desafío para cualquier
familia, por lo que el trabajo profesional se redefine desde
ayudarlos a desarrollar habilidades y competencias para
enfrentar con éxito dichos desafíos (McNeil & Herschell, 1998).
Propuesta
A
lo largo de este artículo, se comprendió a la familia
multiproblemática como un sistema vulnerable de alto riesgo
para todos sus miembros. En su conjunto, el resquebrajamiento
de la matriz de cariño y protección, que generan el entramado
de vulneración en que se despliegan las funciones parentales y
dinámicas de interacción, puede facilitar la emergencia de los
múltiples problemas que afectan a estas familias. Estos problemas
se concatenan en un patrón de transmisión transgeneracional altamente
tóxico y costoso para el niño o niña, su familia y la sociedad
de la que forman parte.
De
lo antedicho se desprende la importancia fundamental de
diseñar, implementar, evaluar y difundir programas que sean
efectivos en interrumpir la disfuncionalidad actual y la
transmisión transgeneracional de este patrón en las FMP.
La
efectividad de las intervenciones con FMP ha sido escasa y
errática en diversos lugares del mundo. EE.UU. es el país que
ha desarrollado la mayor cantidad de investigación de calidad y
a gran escala para medir el impacto real de las intervenciones
sociales en estas familias, documentando el bajo efecto que
suelen tener los programas sociales al enfrentar la enorme
complejidad de esta tarea con los mecanismos tradicionales de
intervención psicosocial (Lindsey, Martín & Doh, 2002).
Las
intervenciones profesionales con FMP, tanto en el ámbito
social como clínico, se han desprendido de un enfoque centrado
en el déficit: para cada problema, se plantea una solución
especializada y desarticulada de otros recursos, con un método
de trabajo compensatorio. Este enfoque ha demostrado ser de
escasa efectividad, al concentrarse en aquello de lo cual la familia
debe alejarse, más que focalizarse en aquello hacia lo cual la
familia debe dirigirse (Sousa, Ribeiro & Rodrigues, 2006).
Como
resultado de la investigación bibliográfica realizada, la
reflexión de los autores y la participación de uno de ellos en
el desarrollo del Marco Conceptual Orientador de la
Sociedad Protectora de la Infancia, en el presente artículo se
propone una concepción del trabajo con familias
multiproblemáticas que asocia a cada característica definida, un foco
a intervenir, anclado en las posibilidades de cambio más que en
los déficit y patologías.
Como se observa en la Tabla 3,
se propone que el profesional y los equipos contrapongan al
despliegue caleidoscopico de problemáticas, una mayor atención a
los recursos y potencialidades no actualizadas2. El concepto unificador de las acciones profesionales en esta línea es el de resiliencia, que
se entiende como "la capacidad de sobreponerse a la adversidad
de forma creativa, transformando el suceso negativo, y
potencialmente dañino, en un aprendizaje enriquecedor" (Protectora
de la Infancia, 2007, p. 29).
Es
importante recalcar que un acercamiento a la
polisintomatología de la FMP desde sus recursos y fortalezas,
no implica negar la presencia de severos problemas de salud
mental o minimizar la gravedad de situaciones de violencia
intrafamiliar, entre muchas otras problemáticas. El método de
trabajo con FMP propuesto reconoce la presencia de dichas situaciones,
derivando a instancias especializadas cuando sea necesario y
trabajando coordinadamente con otros equipos, pero al mismo
tiempo pone de relieve la tarea fundamental de identificar y
potenciar activamente áreas libres de patología, daño y
disfuncionalidad. Desde dicho reconocimiento, la FMP puede
construir capacidad de resiliencia para enfrentar, por transferencia
de aprendizaje, otras problemáticas similares e incluso,
dependiendo de su plasticidad, problemáticas de índole diversa.
En la intervención con FMP ambas caras de la moneda deben
hacerse presentes: (1) el problema; (2) los recursos; y (3) un
entrenamiento en cómo usar los recursos para afrontar los
problemas.
Asimismo,
frente a la desorganización imperante, el profesional busca
intervenir la estructura y dinámica de las familias, con la
finalidad de mejorar su funcionamiento global. El concepto guía
en este caso es el de organización familiar, que se
comprende como "el resultante dinámico del entrecruzamiento
entre aspectos estructurales, relaciónales e históricos de un sistema
familiar, que se despliegan en la vida cotidiana y se ponen a
prueba en situaciones de estrés" (Protectora de la Infancia,
2007). Las estrategias propuestas por McNeil y Herschell (1998)
se muestran como intervenciones fructíferas para abordar esta
variable.
En
tercer lugar, el abandono de las funciones parentales, si bien
forma parte del trabajo sobre la organización familiar, se
entiende como fuertemente ligado a una intervención sobre los
vínculos que unen a padres y madres (o figuras significativas)
con sus hijos e hijas, por lo que el apego emerge como concepto
gravitante. El apego entonces, se entenderá como "un
vínculo afectivo reductor de estrés, específico y estable, que
une al bebé (o niño/a) con una persona significativa para él,
en la búsqueda de la protección y cuidados, confianza y estimulación
cariñosa, que necesita para su desarrollo" (Protectora de la
Infancia, 2007, p. 29). En la actualidad existen intervenciones
diseñadas específicamente para potenciar el desarrollo de un
apego seguro o mejorar patrones de apego inseguros con
prometedoras aplicaciones a esta población (Juffer,
Bakermans-Kranenburg & van IJzendoorn, 2005).
En
cuarto lugar, al aislamiento (y/o dependencia de los servicios
sociales) que caracteriza a estas familias, oponemos un
trabajo dirigido a su integración a la red formal e informal.
Cabe señalar que se entiende por red al "entramado de
vínculos interpersonales e institucionales, reales y
potenciales, que permiten y facilitan la integración comunitaria
del niño y su familia, revirtiendo condiciones de aislamiento social,
y cumpliendo funciones de apoyo emocional, consejo, regulación y
adaptación social, ayuda material y de servicios, y acceso a
nuevos contactos" (Protectora de la Infancia, 2007, p. 29).
Consideramos no sólo el trabajo directo con la familia, sino
también los indispensables espacios de coordinaciones que deben
existir entre todos los actores involucrados en el proceso de
ayuda, según se señaló en este artículo, si han de evitarse los
efectos iatrogénicos de la intervención profesional.
Finalmente,
la pobreza pone en evidencia las múltiples necesidades que
enfrentan estas familias en su vida cotidiana. Las necesidades básicas se
entienden en este trabajo como "la plataforma mínima de
recursos y servicios, necesaria para el desarrollo
biopsicosocial de un niño y para el adecuado ejercicio de las
funciones parentales" (Protectora de la Infancia, 2007) y se
visualizan como un soporte para todos los otros elementos
señalados. Avanzar en este aspecto requiere el concurso de todos los
actores comunitarios, privados, políticos y gubernamentales
implicados; en este plano, la organización de mesas
territoriales puede contribuir notoriamente cuando se
desarrollan con respeto, voluntad y responsabilidad social.
El
trabajo con FMP demanda una visión ecosistémica de la
intervención; potenciar las funciones parentales no puede
concebirse aisladamente de una mirada al apego, por una parte, y
a la organización familiar (en sus vertientes de estructura,
dinámica y competencias parentales), por otra. Fortalecer el
apego seguro no puede hacerse sin observar el componente de resiliencia
relacional que ahí se pone enjuego. Asimismo, la superación de
la pobreza en una FMP no resulta viable sin una metodología que
incluya la coordinación con los servicios y recursos de la
red.
Es
importante destacar que la disfuncionalidad de la FMP no es
una característica intrínseca a ésta de forma aislada, sino que
se constituye en el resultado de la interacción patogénica de
diversos sistemas, incluidos los sistemas profesionales de
ayuda, que no logran coordinarse adecuadamente en su actuar. El
desmembramiento y el efecto de atomización y desvinculación
que suele observarse en estas familias es el resultado de una historia
fragmentada, tanto desde los severos trastornos de apego con que
se da inicio a la fundación de la familia, como desde el
involucramiento parcializado de los múltiples agentes de
intervención (y así sucesivamente).
Es
por ello que el profesional que intervenga con familias
multiproblemáticas debe realizar un esfuerzo por organizar su
acercamiento al caso desde las características presentadas, sin
olvidar que las variables que se entrecruzan en la gestación
de estos problemas "están fragmentadas por todo el espacio
humano e institucional, de manera tal que las soluciones
deberán ser, consecuentemente, planteamientos que convoquen los trozos
de solución que invariablemente estarán dispersos en los más
insospechados nodos de la red" (Haz, et al., 2002, p. 27). Para
que este esfuerzo sea efectivo, debe cumplir básicamente con
tres requisitos (que sintetizan lo expuesto en este artículo):
1.
Co-construir un foco de intervención y conservarlo como punto
de referencia a medida que la familia va presentando su
abanico de dificultades. Esto evita en parte la dependencia
crónica al acotar el trabajo profesional a ciertos objetivos,
dejando otros fuera y además otorga organización a una familia
que se caracteriza por no tenerla;
2.
Aprender a leer los pequeños avances y entrenarse en
resaltarlos con entusiasmo, para sí mismo y para la familia,
estructurando un proceso que marque claramente los hitos de
logro de la familia (lo que además permite retornar a estos
puntos de éxito cuando se instalan las recaídas y retrocesos); y
3.
Coordinar activamente el trabajo con los otros profesionales y
servicios de la red que estén involucrados o que vayan a
involucrarse en un futuro cercano (por ejemplo, mediante un
trabajo de derivaciones vinculares).
Además
de lo anteriormente señalado, y desde nuestra experiencia con
familias multiproblemáticas en la Sociedad Protectora de la
Infancia, es importante enfatizar la necesidad de incorporar
espacios para recordar periódicamente el encuadre fijado en los
contratos iniciales. Asimismo, estos espacios sirven para
entregar retroalimentación respecto al grado de avance, estancamiento
y/o retroceso en los diversos acuerdos negociados al comienzo del
proceso.
El
método de trabajo aquí propuesto debe ser tomado como una
orientación más que como un modelo, por cuanto no cuenta con
respaldo empírico que sustente su efectividad. Por otra parte,
cabe destacar que sus conceptos están anclados en enfoques
teóricos y tradiciones de investigación con amplio
reconocimiento y consenso en la comunidad científica, por lo que
cabría esperar que futuras investigaciones y experiencias de
aplicación práctica, entreguen respaldo a las ideas
desarrolladas en este artículo.
Se
hace necesario estimular la investigación en países de habla
hispana sobre las características específicas que adopta la
familia multiproblemática en estos contextos, sobre
metodologías de intervención desarrolladas y su efectividad, y
sobre las percepciones de las familias y los profesionales en
relación a estas variables.
Es
urgente desarrollar un cuerpo de conocimientos fundamentado en
la investigación científica rigurosa de estos factores para
retroalimentar a los encargados de las políticas públicas, de
la administración de las organizaciones sociales y a los
equipos profesionales que intervienen directamente con familias
multiproblemáticas en riesgo social.
Derivado
de este conocimiento, construido a partir de la realidad
sociocultural específica de los países latinoamericanos, sería
posible mejorar el diseño de los programas, la capacitación de
los equipos, la coordinación de las redes y en definitiva, la
intervención profesional con familias multiproblemáticas y en
riesgo social.
Creencias que cuestan la vida a a niños indefensos aún en el Siglo XXI.
Lola Hierro Madrid 23 SEP 2014 - 19:19 . Fuente:El País.
Normalmente, las víctimas de estas acusaciones proceden de las capas más vulnerables de la sociedad: ancianos, viudas, niños y niñas que suelen ser huérfanos de padre, madre o de ambos, o que no viven con su familia. "Cualquiera que sea diferente", aclara De la Fuente, en cuyo centro de acogida viven unos 110 niños de los que el 40% fueron acusados de realizar brujería en el pasado, cuando en 2010 eran el 20%. "Cuando hay varias muertes o enfermedades en la misma familia se suele buscar al culpable en el clan. Si se trata de un niño que no tiene madre y vive con su madrastra, esta mirará al que no es su propio hijo", explica.
¿Porque maltratar a un niño inocente?Es increíble lo que a algunas personas se les puede pasar por la cabeza para hacer cosas tan terribles.
El niño maltratado por una pareja ingresó con los ojos morados y quemaduras
Creencias que cuestan la vida a a niños indefensos aún en el Siglo XXI.
Lola Hierro Madrid 23 SEP 2014 - 19:19 . Fuente:El País.
-La maldición de los niños brujos
En Togo, unos 1.000 menores fueron acusados de brujería el año pasado
Son estigmatizados, maltratados y hasta asesinados
Juegan, corren, saltan, juegan, se suben a los columpios y
hacen acrobacias en cada barandilla que encuentran a su paso. Como
cualquier otro niño de su edad. Son los niños sorcier o niños
brujos que residen en el hogar Don Bosco de las Misiones Salesianas de
Togo y, aunque ahora sí pueden vivir tranquilos, hubo un tiempo en el
que no se les permitió tener infancia. No se sabe con exactitud cuántos
hay, pero existen y su número aumenta al mismo paso que aumenta la
pobreza en el entorno en el que viven: tan solo en la región de Kara, en
el norte del país, 773 menores fueron acusados de hacer brujería en el
año 2013, según la dirección regional de Acción Social de dicho país.
Son inculpados por sus familias y vecinos de todos los males que sufren:
desde una enfermedad hasta la muerte, desde una mala cosecha hasta la
pérdida de un empleo. Y son maltratados, marginados e incluso
asesinados.
Esta realidad ha sido recogida por las Misiones Salesianas en el informe Menores acusados de brujería en la región de Kara,
un documento con el que la orden religiosa pretende sensibilizar a la
sociedad y a la comunidad internacional para que los agresores de estos
pequeños no queden impunes. El texto, que analiza las causas y
consecuencias de este fenómeno, se ha publicado al mismo tiempo que el
corto documental Yo no soy bruja, dirigido por Raúl de la Fuente, autor de otra película bien premiada con un Goya, Minerita.
En Togo, un pequeño país del África subsahariana apretujado
entre Ghana y Benin, conviven más de 40 etnias diferentes para las que
el animismo es una parte fundamental de su cultura. Y allí la acusación
de brujería está anclada en las tradiciones más ancestrales, como sucede
en algunos otros países de África. El aumento de la pobreza es la causa
primera y más directa por la que se incrementa este fenómeno. Togo, con
casi siete millones de habitantes, una esperanza de vida situada en los
56 años y una renta per cápita de 479 euros, se encuentra a la cola del ránking del Índice de Desarrollo Humano, en el puesto 166 de 187 Estados.
El país, que vive de agricultura de subsistencia, se
empobrece velozmente debido al cambio climático, a la deforestación y al
uso de abonos químicos que disminuyen las tierras de cultivo. Si
aumenta la pobreza, aumentan la enfermedades y la mortalidad por la
falta de servicios sanitarios básicos, y la situación acaba degenerando
en la creencia de que un espíritu maléfico está perjudicando a la
familia, según explica el informe. “Es muy fácil de entender: a más
pobreza, más muertes; a más muertes, más culpables que buscar”, resume
el misionero José Luis de la Fuente, director del hogar Don Bosco en
Kara desde hace ocho años y coautor del estudio.
"La brujería es el poder de hacer daño a otra persona a
través del mundo espiritual porque es una persona poseída por espíritu
maléfico. Lo hace comiendo el alma a la persona a la que ataca. Se
manifiesta en el mundo físico a través de la enfermedad, la muerte, o el
desprestigio social y económico", explica Patricia Rodríguez, también
coautora, que ha vivido dos años en esta región.
Normalmente, las víctimas de estas acusaciones proceden de las capas más vulnerables de la sociedad: ancianos, viudas, niños y niñas que suelen ser huérfanos de padre, madre o de ambos, o que no viven con su familia. "Cualquiera que sea diferente", aclara De la Fuente, en cuyo centro de acogida viven unos 110 niños de los que el 40% fueron acusados de realizar brujería en el pasado, cuando en 2010 eran el 20%. "Cuando hay varias muertes o enfermedades en la misma familia se suele buscar al culpable en el clan. Si se trata de un niño que no tiene madre y vive con su madrastra, esta mirará al que no es su propio hijo", explica.
Así le pasó a Georgette, que en el documental muestra
abiertamente sus manos deformes. Las tiene así desde que su madrastra le
obligó a meterlas en agua hirviendo para demostrar que no era una
bruja. Y como humana que es, sufrió terribles quemaduras que no dejaron a
los médicos otra opción que amputarle la mayoría de sus dedos. "Un día
mi padre me llamó para preguntarme si yo tenía al diablo, le dije que no
sabía y me contestó que, si no decía la verdad, me mataría", explica la
pequeña, que ahora cursa el equivalente a 3º de la ESO. Georgette dijo
que sí lo era para que no le pegaran y entonces su madrastra tuvo la
idea de escaldar sus manos. Cuando unos familiares vieron su estado,
quisieron llevarla al hospital, pero su padre se negó: "Dijo que era
mejor que muriera porque si me recuperaba iría a destruirles”, relata la
joven. "Esta niña quedó segunda de su promoción, es muy lista, en su
familia era la única que progresaba y por eso la madrastra la condenó
como bruja", explica el misionero De la Fuente, que aclara que los niños
acusados de brujería suelen ser los que destacan, para bien o para mal,
por encima del resto: "Los que sacan muy buenas notas y eclipsan a
otros, los que no estudian, los que roban, los que son un poco más
agresivos o un poco más mentirosos que el resto…", enumera.
En Togo, como en otros países africanos, existe abundante
legislación destinada a proteger a la infancia en parte gracias a la
presión de la comunidad internacional, pero es habitual que se produzca
un choque entre el Derecho y la legislación vigente y las leyes de andar por casa.
"En la práctica no se hace mucho uso de los tribunales, se intentan
resolver los conflictos dentro de la justicia tradicional", indica
Patricia Rodríguez. Según el informe de Cáritas, Las condiciones de vida de la región de Kara,
el 31,4% confía más en la justicia que imparten los jefes de los clanes
frente a un 13,3% que confía en la vía oficial. Por eso, Rosalíe casi
pierde la vida.
La niña sufrió un malentendido con un grupo de chicas
cuando iba a recoger agua y las amenazó con pegarlas. Dos semanas
después, una de ellas cayó enferma. A Rosalíe la señalaron con el dedo:
era claramente una bruja. "Me llevaron ante el jefe del cantón, el
juicio fue en presencia de todo el pueblo. Yo tenía que beberme un
remedio; si era inocente, viviría y, si no, moriría", recuerda. Fue
entonces cuando contactó con los misioneros para que la sacaran de allí.
El jefe del cantón también suele apoyarse en la figura del charlatán o knaw
en el idioma local, una persona que supuestamente tiene poderes de
clarividencia; él ve lo que ocurre en el mundo espiritual y también
posee poderes curativos que obligan a salir a los malos espíritus de los
menores, pero sus prácticas solo consiguen "destrozar" a los chicos que
dejan a su cargo, según De la Fuente, al someterlos a pruebas como la
ingestión de venenos, la abrasión del cuerpo y otro tipo de malos
tratos. En ocasiones, el charlatán se los lleva lejos de sus familias
durante temporadas —que pueden durar meses—, durante las que estos
trabajan en régimen de semi esclavitud y son sometidos a continuas
agresiones físicas. Además, estas supuestas curas no son gratuitas, por
lo que el charlatán acaba haciendo pequeñas fortunas a costa de estos
niños. "Los diablos son como la gente pero sus piernas son delgadas,
tienen alas", asegura, sonriente, uno de estos charlatanes en el
documental.
El impacto de estas acusaciones de brujería en los niños es
demoledor. Al ser acusados de cualquier mal que surja en su comunidad
quedan estigmatizados de por vida. El informe salesiano destaca los
daños psicológicos que sufren, sus problemas de aprendizaje, aislamiento
social, agresividad, depresión, estrés postraumático, ansiedad o
trastornos de la personalidad. En la edad adulta, si no son tratados y
reinsertados, pueden repetir las conductas violentas que vivieron en el
pasado.
Al tratarse de prácticas semiclandestinas, muchos de estos
pequeños no cuentan su problema, por lo que es muy difícil dar con ellos
para tratarlos y acaban convirtiéndose en niños de la calle,
malviviendo del robo, consumiendo estupefacientes o vinculándose a
bandas de delincuentes.
Para terminar con este tipo de prácticas, el informe
insiste, entre otras recomendaciones, en que es necesario modificar la
legislación vigente para que la acusación por brujería se incluya como
agravante de un delito de violencia contra la infancia. "En Togo, los
malos tratos a un menor solo están castigados con siete días de trabajos
comunitarios", critica Rodríguez.
Así mismo, es importante que la comunidad internacional
continúe ejerciendo presión sobre las autoridades locales para combatir
estas prácticas. Ya se han realizado diversas reuniones con los jefes de
los clanes para tratar este asunto, pero la solución se alcanzará, en
todo caso, a largo plazo. "Los líderes tradicionales no van a dar
soluciones enseguida, pero poco a poco van buscando razones mas
profundas a los males de su comunidad antes de acusar a un niño de
brujería", indica De la Fuente. "Así, habrá niños que se libren, a los
que no acusen, pero no resultará fácil este cambio, porque ellos pueden
asegurar colaboración delante de Asuntos Sociales y después tendrán
muchas presiones en sus poblados", asevera.
Georgette y Rosalíe han tenido más suerte porque fueron
acogidas por la orden religiosa. Georgette va a cursar el equivalente a
3º de la ESO y sueña con ser embajadora de Togo en Alemania. Rosalíe
comienza a estudiar Económicas este año y quiere ser contable. Pero la
recuperación no ha sido sencilla. “Al final siempre algo les va a
faltar, permanece el estigma. Cuando te ocurre algo así en la infancia,
por mucho que cambies, algo queda”, concluye el misionero.
¿Porque maltratar a un niño inocente?Es increíble lo que a algunas personas se les puede pasar por la cabeza para hacer cosas tan terribles.
El niño maltratado por una pareja ingresó con los ojos morados y quemaduras
El padre del menor lo dejó al cuidado del matrimonio
EFE
Vitoria
12 SEP 2014 - 19:28
Fuente:El País
El niño de cuatro años maltratado por un matrimonio
al que el padre del menor dejó a su cargo ingresó con los ojos
amoratados y quemaduras en los glúteos y en las piernas en un hospital
de Vitoria, donde aún permanece internado y está "estable". Fuentes
cercanas a la investigación han desvelado los detalles de este caso, por
el que esta semana han sido detenidos los dos miembros del matrimonio
acusados de maltrato y lesiones al menor, aunque ambos han quedado en
libertad con una orden de alejamiento del niño.
Los hechos se conocieron ayer, pero la investigación de este caso comenzó el pasado domingo, cuando el menor ingresó en el Hospital de Txagorritxu de la capital alavesa.
Según las mismas fuentes, el padre dejó al niño a cargo de un matrimonio con el que tiene una relación de confianza y amistad porque él no tiene domicilio fijo en Vitoria y actualmente duerme en un taller. Además, la madre del menor se encuentra presa en Bolivia. Ante esta situación, dejó al niño a cargo de esta pareja, que el domingo por la mañana le entregó a su hijo encapuchado.
Al quitarle la capucha, el padre descubrió que tenía los ojos amoratados y que además sufría quemaduras en los glúteos y en las piernas. El padre le dio de desayunar y llamó a su hermano y al abuelo del niño, familiares que fueron quienes lo trasladaron al hospital de Txagorritxu de Vitoria. Fuentes de este centro sanitario han indicado que el menor se encuentra ingresado en una habitación de Pediatría, que está "estable" y que probablemente seguirá internado al menos hasta el lunes.
Al conocer este caso se activó el protocolo establecido por la Diputación de Álava y, ante la "situación de desprotección" en la que se encuentra el niño, la institución foral ha asumido su tutela.
La Ertzaintza, por su parte, inició la investigación el pasado domingo al tener conocimiento del ingreso del menor en el hospital con signos de maltrato y diversas lesiones causadas al parecer en fechas recientes. La sección de Investigación de la Policía Vasca instruyó diligencias y notificó los hechos al Juzgado y a la médico forense.
Los agentes continuaron con la toma de declaraciones y con las investigaciones e identificaron a los presuntos autores del hecho, un hombre de 37 años y su mujer, de 36, que habían tenido al menor a su cargo durante las dos últimas semanas a petición de su padre. Los ertzainas iniciaron la búsqueda de los dos sospechosos hasta que el pasado martes, el hombre se presentó en dependencias de la Ertzaintza de Vitoria acompañado por un abogado.
Los agentes lo detuvieron y, tras ser puesto a disposición judicial, quedó en libertad con una orden de alejamiento del menor de 200 metros. Su mujer, acusada de los mismos delitos, permaneció en paradero desconocido hasta ayer, cuando fue localizada y detenida también en Vitoria, tras lo cual fue conducida al Juzgado de Guardia y ha quedado en libertad, también con una medida de alejamiento del menor de 200 metros.
El Departamento de Seguridad no ha dado a conocer los detalles de este hecho pero fuentes conocedoras del caso han desvelado que cuando el padre preguntó al matrimonio de amigos suyos qué le había pasado a su hijo trataron de justificar los moratones de la cara diciendo que se había caído. Respecto a las quemaduras en los glúteos y piernas le explicaron que se los había hecho con un juego eléctrico.
La Ertzaintza ha tomado incluso declaración al pequeño en el hospital en presencia de su tío. Una vez que le den el alta, el niño quedará bajo la custodia de la Diputación alavesa.
Os dejo aquí un artículo muy interesante.
La pasada primavera, varios vecinos fueron testigos de una bronca a voces de la pareja a altas horas de la madrugada
Los hechos se conocieron ayer, pero la investigación de este caso comenzó el pasado domingo, cuando el menor ingresó en el Hospital de Txagorritxu de la capital alavesa.
Según las mismas fuentes, el padre dejó al niño a cargo de un matrimonio con el que tiene una relación de confianza y amistad porque él no tiene domicilio fijo en Vitoria y actualmente duerme en un taller. Además, la madre del menor se encuentra presa en Bolivia. Ante esta situación, dejó al niño a cargo de esta pareja, que el domingo por la mañana le entregó a su hijo encapuchado.
Al quitarle la capucha, el padre descubrió que tenía los ojos amoratados y que además sufría quemaduras en los glúteos y en las piernas. El padre le dio de desayunar y llamó a su hermano y al abuelo del niño, familiares que fueron quienes lo trasladaron al hospital de Txagorritxu de Vitoria. Fuentes de este centro sanitario han indicado que el menor se encuentra ingresado en una habitación de Pediatría, que está "estable" y que probablemente seguirá internado al menos hasta el lunes.
Al conocer este caso se activó el protocolo establecido por la Diputación de Álava y, ante la "situación de desprotección" en la que se encuentra el niño, la institución foral ha asumido su tutela.
La Ertzaintza, por su parte, inició la investigación el pasado domingo al tener conocimiento del ingreso del menor en el hospital con signos de maltrato y diversas lesiones causadas al parecer en fechas recientes. La sección de Investigación de la Policía Vasca instruyó diligencias y notificó los hechos al Juzgado y a la médico forense.
Los agentes continuaron con la toma de declaraciones y con las investigaciones e identificaron a los presuntos autores del hecho, un hombre de 37 años y su mujer, de 36, que habían tenido al menor a su cargo durante las dos últimas semanas a petición de su padre. Los ertzainas iniciaron la búsqueda de los dos sospechosos hasta que el pasado martes, el hombre se presentó en dependencias de la Ertzaintza de Vitoria acompañado por un abogado.
Los agentes lo detuvieron y, tras ser puesto a disposición judicial, quedó en libertad con una orden de alejamiento del menor de 200 metros. Su mujer, acusada de los mismos delitos, permaneció en paradero desconocido hasta ayer, cuando fue localizada y detenida también en Vitoria, tras lo cual fue conducida al Juzgado de Guardia y ha quedado en libertad, también con una medida de alejamiento del menor de 200 metros.
El Departamento de Seguridad no ha dado a conocer los detalles de este hecho pero fuentes conocedoras del caso han desvelado que cuando el padre preguntó al matrimonio de amigos suyos qué le había pasado a su hijo trataron de justificar los moratones de la cara diciendo que se había caído. Respecto a las quemaduras en los glúteos y piernas le explicaron que se los había hecho con un juego eléctrico.
La Ertzaintza ha tomado incluso declaración al pequeño en el hospital en presencia de su tío. Una vez que le den el alta, el niño quedará bajo la custodia de la Diputación alavesa.
Nace un centro abierto para niños y familias en riesgo de exclusión
La Obra Social la Caixa ha destinado 23.000 euros para este proyecto dirigido a la demarcación de Tarragona
Redacción Publicado: 21:27 - 11/08/2014
La Obra Social la Caixa ha concedido una ayuda por valor de 23.340 euros a un proyecto de la demarcación de Tarragona destinado a la inclusión social de personas en situación de pobreza o exclusión social, mediante proyectos dirigidos a facilitar su desarrollo integral, potenciar sus capacidades y favorecer la igualdad de oportunidades. Esta aportación corresponde a la tercera convocatoria de 2014 del Programa d’Ajudes a Projectes d’Iniciatives Socials que impulsa anualmente la Obra Social la Caixa y que, este año, prevé destinar más de 16 millones de euros a las siete convocatorias en las cuales se diversifica. Todas aquellas organizaciones sin ánimo de lucro que trabajan con estos colectivos en riesgo de exclusión pueden acceder a este programa.
En Tarragona se ha escogido el proyecto presentado por el Centre Obert Casal l’Amic, impulsado por la Fundació Privada Casal l’Amic. Este ofrece un servicio de acompañamiento en el aprendizaje personal para niños y sus familias de entre de su comunidad y territorio de referencia. El Centre Obert va destinado a niños de entre cuatro y doce años y pretende convertirse en un ámbito de relaciones enriquecedoras e integradoras tanto en lo que a la entidad se refiere así como para el resto de agentes implicados en la educación del niño.
Más de 62.000 personas de todo el Estado y en situación de pobreza serán las beneficiarias directas del proyecto de Lluita contra la Pobresa i l’Exclusió Social 2014. La finalidad de esta convocatoria es apoyar a las entidades no lucrativas que desarrollan proyectos dirigidos a la atención y refuerzo psicosocial, al desarrollo social y educativo de niños en situación de exclusión social y a sus familias, a cubrir las necesidades básicas y ampliar las nuevas situaciones de pobreza. De los 686 proyectos presentados han sido seleccionados 163, con una aportación de 3.733.010 €.
El presidente de La Caixa y de su Obra Social, Isidre Fainé, expresó su agradecimiento a todas las asociaciones y entidades que han participado en la convocatoria: «La contribución a la integración social de las personas más vulnerables y los colectivos más desfavorecidos continúa siendo uno de nuestros principales retos y compromisos con la sociedad», señaló.
Como novedad este año, la Obra Social la Caixa otorgará un premio especial en reconocimiento a la capacidad de innovación y transformación social de las organizaciones que, adoptando nuevas metodologías y vías de intervención en su práctica, han contribuido a una mejora efectiva de la vida de las personas a las cuales van dirigidas. El premio, dotado con 15.000 euros, será concedido a cada uno de los diez mejores proyectos relacionados con acción social y interculturalidad, viviendas temporales de inclusión social, lucha contra la pobreza, inserción laboral y promoción de la autonomía y la atención a la discapacidad.
España es el tercer país
rico con más niños pobres y en riesgo de exclusión social, según Unicef
'Los niños de la recesión', informe que mide el impacto de la crisis en los países ricos, cifra en un 36,3% la pobreza infantil en España. El número de niños pobres aumentó en 800.000 en España durante la crisis. De los 41 países más "ricos", solo Grecia y Letonia tienen más niños pobres. 2,7 millones de niños españoles están en riesgo de exclusión social, el 36,3%.
España aparece en todas y cada una de las 'zonas rojas' de las tablas que miden la pobreza infantil en el último informe de Unicef: 'Los niños de la recesión. El impacto de la crisis económica en el bienestar infantil en los países ricos' (PDF). Imágenes 1 Foto España es el tercer país (de todos los de la UE y la OCDE), solo tras Grecia y Letonia, con más menores de edad en riesgo de exclusión social (el 36,3%, más de uno de cada tres) y también figura en lo más alto de la lista de países donde la crisis más ha empeorado la situación de este colectivo. De hecho, el número de niños pobres ha aumentado en 800.000 en España como consecuencia de la crisis económica entre 2008 y 2012 hasta situarse en un total de tres millones de niños que viven por debajo del umbral de la pobreza. El informe cifra en un 36,3% los menores españoles en riesgo de exclusión social (2,7 millones) El autor de la parte española del informe, el investigador Gonzalo Fanjul, califica de "emergencia nacional" la pobreza infantil en España. En una conferencia reciente explicó cómo "los episodios de pobreza crítica, aunque sean breves, tienen en los niños efectos para toda la vida". El informe de Unicef enmarca a España entre los países donde más han caído los ingresos medios (en torno a un 15%). Las familias españolas han perdido el equivalente a diez años de mejoras en sus ingresos, solo superados por las familias griegas, que han perdido catorce años. También aparece España entre los países donde más se han reducido las prestaciones familiares desde 2008, "justo cuando los indicadores de pobreza empezaban a dispararse", lamenta el estudio. Más estrés e insatisfacción ¿Qué significa ser pobre en un país rico? Para los autores del informe, son pobres las familias que sobreviven con menos de 355 euros al mes por miembro de la familia. En España, según Gonzalo Fanjul, los niños que se ven más afectados son los hijos de los inmigrantes y los de las familias monomarentales. Sin olvidar "que estamos ante un fenómeno generalizado de empobrecimiento de la clase media" como constata la cifra de 2,7 millones de niños pobres. Lapobreza crítica tiene en los niños efectos para toda la vida El informe revela que España es uno de los países donde la población admite sufrir más estrés. A la pregunta de si se sienten satisfechos con su vida, los españoles son de los más negativos del mundo desarrollado. La conclusión, según Unicef, es que la vida de las personas ha empeorado, sobre todo en los dos últimos años (2011-2013), cuando las respuestas más negativas aumentaron más en España que en el resto de países. A nivel internacional, la conclusión del estudio es que la crisis ha afectado más a los niños y adolescentes del sur de Europa (España, Grecia e Italia). Sin embargo, el empobrecimiento de los niños es generalizado, pues ha ocurrido en la mitad de los cuarenta países analizados, los más ricos del mundo.
'Los niños de la recesión', informe que mide el impacto de la crisis en los países ricos, cifra en un 36,3% la pobreza infantil en España. El número de niños pobres aumentó en 800.000 en España durante la crisis. De los 41 países más "ricos", solo Grecia y Letonia tienen más niños pobres. 2,7 millones de niños españoles están en riesgo de exclusión social, el 36,3%.
España aparece en todas y cada una de las 'zonas rojas' de las tablas que miden la pobreza infantil en el último informe de Unicef: 'Los niños de la recesión. El impacto de la crisis económica en el bienestar infantil en los países ricos' (PDF). Imágenes 1 Foto España es el tercer país (de todos los de la UE y la OCDE), solo tras Grecia y Letonia, con más menores de edad en riesgo de exclusión social (el 36,3%, más de uno de cada tres) y también figura en lo más alto de la lista de países donde la crisis más ha empeorado la situación de este colectivo. De hecho, el número de niños pobres ha aumentado en 800.000 en España como consecuencia de la crisis económica entre 2008 y 2012 hasta situarse en un total de tres millones de niños que viven por debajo del umbral de la pobreza. El informe cifra en un 36,3% los menores españoles en riesgo de exclusión social (2,7 millones) El autor de la parte española del informe, el investigador Gonzalo Fanjul, califica de "emergencia nacional" la pobreza infantil en España. En una conferencia reciente explicó cómo "los episodios de pobreza crítica, aunque sean breves, tienen en los niños efectos para toda la vida". El informe de Unicef enmarca a España entre los países donde más han caído los ingresos medios (en torno a un 15%). Las familias españolas han perdido el equivalente a diez años de mejoras en sus ingresos, solo superados por las familias griegas, que han perdido catorce años. También aparece España entre los países donde más se han reducido las prestaciones familiares desde 2008, "justo cuando los indicadores de pobreza empezaban a dispararse", lamenta el estudio. Más estrés e insatisfacción ¿Qué significa ser pobre en un país rico? Para los autores del informe, son pobres las familias que sobreviven con menos de 355 euros al mes por miembro de la familia. En España, según Gonzalo Fanjul, los niños que se ven más afectados son los hijos de los inmigrantes y los de las familias monomarentales. Sin olvidar "que estamos ante un fenómeno generalizado de empobrecimiento de la clase media" como constata la cifra de 2,7 millones de niños pobres. Lapobreza crítica tiene en los niños efectos para toda la vida El informe revela que España es uno de los países donde la población admite sufrir más estrés. A la pregunta de si se sienten satisfechos con su vida, los españoles son de los más negativos del mundo desarrollado. La conclusión, según Unicef, es que la vida de las personas ha empeorado, sobre todo en los dos últimos años (2011-2013), cuando las respuestas más negativas aumentaron más en España que en el resto de países. A nivel internacional, la conclusión del estudio es que la crisis ha afectado más a los niños y adolescentes del sur de Europa (España, Grecia e Italia). Sin embargo, el empobrecimiento de los niños es generalizado, pues ha ocurrido en la mitad de los cuarenta países analizados, los más ricos del mundo.
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más en: http://www.20minutos.es/noticia/2274416/0/espana/tercer-pais-pobreza-infantil/unicef/#xtor=AD-15&xts=467263
Os dejo aquí un artículo muy interesante.
Hallados en un pozo en Zamora los cuerpos de una mujer y su hija
La policía sospecha que el compañero de la madre las mató en junio pasado
JOSÉ PRECEDO / ANA PÉREZ BARREDO San Vicente de la Cabeza / Madrid 25 NOV 2014 - 22:17 CET
Policía, juez y fiscal trabajan con la hipótesis de que los restos humanos hallados hoy en la Fondalada del Pozón, a medio kilómetro del centro del pueblo de San Vicente de Cabeza (Zamora) son de dos víctimas de un nuevo caso de violencia machista. Una furgoneta blanca los trasladó al mediodía al Instituto Anatómico Forense de Madrid para analizarlos y comprobar si se corresponden con los deAdolfina Puello, una mujer dominicana de 32 años desaparecida el pasado 29 de junio, y su hija Argelys Leonela Sánchez, de nueve años. Al día siguiente, la pequeña tenía previsto viajar a Santo Domingo para reunirse con su abuela materna. Nunca más se supo. Raúl Álvarez, compañero de la mujer —la niña era fruto de una pareja anterior— es el único sospechoso. Fue arrestado el lunes. La zona del hallazgo está a medio kilómetro en línea recta de la casa de verano de sus padres.
Los familiares de Adolfina habían denunciado su desaparición a finales de junio y relataron a la policía el carácter violento de su novio, un español de unos 30 años y residente en Madrid que, según estos testimonios, la había maltratado durante meses. Los consejos familiares nunca lograron que ella lo dejara durante los más de tres años que duró la relación. Fuentes de la investigación confirman que Raúl confesó el lunes el crimen durante el interrogatorio, pero que ofreció un relato confuso sobre el lugar donde escondió los cuerpos. El lunes, los investigadores rastrearon sin éxito la Dehesa de la Villa, en Madrid, cerca de donde residía la pareja en un piso alquilado. El juez ha decretado secreto de sumario.
Hoy, la búsqueda se trasladó al municipio de San Vicente de Cabeza, a 63 kilómetros de Zamora. La policía peinó las orillas del río Aliste, que parte en dos este Ayuntamiento con un censo de 450 habitantes de los que solo reside habitualmente un centenar. El despliegue de fuerzas de seguridad despertó al pueblo. Los restos humanos aparecieron finalmente en el pozo abandonado a medio kilómetro de la plaza de la aldea.
Pasadas las tres de la tarde, cinco agentes de policía registraron, en presencia del detenido, la casa de verano de su familia. Según varios testigos, la comitiva policial pasó cerca de una hora en el domicilio.
Los vecinos describen al detenido como un hombre “callado, huraño, que apenas se relacionaba con nadie cuando llegaba en agosto al pueblo para pasar unos días con su familia durante las fiestas”. “A veces pasaba días enteros en casa con las persianas bajadas y, cuando salía a pasear, se guardaba hasta el saludo”, comenta uno de ellos. Tampoco daba problemas ni se le recuerdan riñas. La pasada primavera, sin embargo, varios vecinos fueron testigos de una bronca a voces de la pareja a altas horas de la madrugada. “Ella le insultaba desde la calle hacia su ventana. Al día siguiente, desaparecieron, y ya no regresaron juntos al pueblo”. La última vez que el sospechoso pisó San Vicente fue hace unas semanas, durante el puente de Todos los Santos.
Raúl es el segundo hijo de Jesús y Angelita, una pareja muy querida que emigró de San Vicente a Madrid, allá por los sesenta. El padre trabajó de calefactor y fontanero hasta que enfermó. Ella, limpiando casas. Algunos allegados creen recordar que el sospechoso ayudó un tiempo a su padre pero ignoran a qué se dedicaba últimamente. Otras fuentes sostienen que llevaba tiempo sin trabajar y que algún día se dedicó a algo relacionado con la informática. Hace unas semanas, comiendo con un familiar, Raúl aseguró que estaba siendo seguido por la policía pero no le dio importancia. Incluso llegó a reírse de sus investigadores. “¡Mira que son tontos! Han mandado que me sigan a los mismos tipos que me seguían hace meses”, dijo, según el relato que ha hecho un pariente cercano a EL PAÍS. “Durante este tiempo, su actitud fue pausada, tranquila, siguió siendo como es él”, aseguró la misma fuente.
Tres días después de la desaparición de Adolfina y su hija la policía que registró el domicilio donde la pareja convivía halló la maleta de la niña sobre una cama, con la ropa perfectamente doblada y las pertenencias de la madre metidas en bolsas de basura. Faltaba el colchón donde dormía la pequeña, asegura Manuel, un familiar que acompañó a los agentes a la casa durante esa visita.La pasada primavera, varios vecinos fueron testigos de una bronca a voces de la pareja a altas horas de la madrugada
La abuela nunca se fio de Raúl
ANA PÉREZ BARREDO, MADRID
Arropada por un buen número de amigos, Leonarda Sánchez acaba de recibir la peor de las noticias: los restos humanos hallados en San Vicente de la Cabeza (Zamora) pueden pertenecer a su nieta de nueve años y a su nuera. “Pensé que podía tenerlas secuestradas o atadas en algún sitio, pero no que las hubiera matado”, comenta desde su casa, en el madrileño barrio de Legazpi. La mujer nunca se fio de Raúl Álvarez. No hablaba con él desde enero de este año, cuando su nieta le confesó que le había puesto la mano encima y ella interpuso una denuncia. El documento “fue rechazado porque decían que no era legible”. “Si me hubieran hecho caso en su momento puede que esto no hubiera pasado”.
En agosto, cuando Adolfina y Argelys llevaban un mes desaparecidas, una amiga le comentó que la familia del presunto homicida tenía unos terrenos en un pueblecito de Zamora. Leonarda asegura que pidió a la policía que buscasen por allí, pero que por segunda vez no le hicieron caso. “Estoy con el ánimo en el suelo. Me siento muy mal y con mucho dolor, pero no pararé hasta que se haga justicia con ellas”.
Mª Ángeles Ruiz Chacón
muy interesante el artículo chicas, me parece una gran ayuda y recurso para entender mejor desde otros puntos de vista lo que vemos en clase. Sandra Parra
ResponderEliminarme gustan vuestros articulos son muy interesantes!! mucho animo seguid asi de bien! bess
ResponderEliminarHola chicas! Que artículos tan interesantantes la verdad, teneis un blog muy chulo.
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